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ASOCIACIÓN AMIGOS  de la IGLESIA
SANTIAGO Apóstol de VILLENA
                      apuntes de la HISTORIA

 APUNTES DE LA HISTORIA DE LA ASOCIACIÓN AMIGOS de la IGLESIA de SANTIAGO APÓSTOL DE VILLENA

Por Asociación Amigos de Santiago

Mucho se ha escrito sobre la historia de Villena en sus años esplendorosos de la edad media, siglo XV y XVI, este humilde trabajo intenta sacar a la luz textos que se han ido escribiendo por medio de nuestros historiadores locales, sobre todo en la persona de D. José M. Soler.  Suyo es el trabajo que realizó a través del libro Historia de Villena del año 1986.

Nos vamos a centrar en una de las joyas más preciadas que cuenta esta histórica ciudad de Villena, cuna de innumerables personajes. Se trata de la erección del Templo Arcediano de Santiago Apóstol de Villena.

Decíamos antes que Villena era cuna de importantes personajes en su historia y uno de ellos fue D. Sancho García de Medina.

Vamos a hablar un poco de esta figura.  El nombre de Medina, según los geógrafos y etimologistas, deriva de la lengua árabe, en la cual significa ciudad, contándose efectivamente muchas ciudades de España que los musulmanes bautizaron con esta nombre. Dícese que una de las familias que tenían este apellido que eran procedentes de Medina del Campo, se extendieron por varias zonas de España, las dos Castillas, Aragón, Navarra y el reino de Murcia y uno de sus nobles hijos fundó su solar en Villena. Este a su vez emparentó con otro ilustre linaje de apellido Alonso, del cual salieron familias con estos dos apellidos, los cuales se llamaban Alonso de Medina; estos se extendieron igualmente por todo el reino de Valencia.

 

Cuenta nuestro paisano Sr. Soler que la genealogía de D. Sancho es poco conocida, pero el citado José María nos cuenta que había un tal Juan García de Medina que en el concejo en 1446 era ya Regidor. Otro del mismo nombre aparece en la Cédula del Perdón y era también Regidor allá por el año de 1485.  Dña. Leonor Bellod de Medina que era sobrina de nuestro D. Sancho, estuvo casada con el capitán Alonso Rodríguez Navarra, de cuyo matrimonio nacieron D. Francisco Rodríguez Navarro, que fue teniente de Alcalde del castillo de Villena, otro hijo llamado D. Juan Rodríguez Navarro (1) que fue canónigo de Cartagena.  Tal como he dicho anteriormente esta familia emparentó con los Medina y se quedaron a vivir en nuestra ciudad.

Curiosamente y dado todo este lujo de detalles de cargos de importancia en la sociedad del momento, aparece una anécdota referida a D. Sancho. Que dice: Una versión tradicional, recogida de viva voz, nos dice que Sancho García de Medina, era hijo de padres jornaleros, y se empleaba siendo niño en recoger basuras por las calles.  Se cuenta que, un día de mucho frío, pasó por la población el Arzobispo de Valencia, y que el muchacho se encaramó al estribo de su carroza. Al ver sus carnes a la intemperie el prelado le preguntó si no tenía frio.  El muchacho le respondió con otra pregunta ¿Tiene Vd. frío en la cara?, y al decirle el Arzobispo que en la cara no se tenía frio, dijo el chiquillo que todo su cuerpo era cara.  Al oír estas palabras, el Sr. Arzobispo le invitó que subiera al carruaje, trabó conversación con él y tan despierto le pareció que lo llevó consigo.  Se añade en el relato que el Arzobispo, con el tiempo llegó a ser el papa Alejandro VI, quién al morir, legó a su protegido veinte millones de reales que éste invirtió en la edificación de la Iglesia de

 

Santiago, en la ermita de San Benito y en la compra de varios bancales en la huerta de la ciudad, que fueron adquiridos después al clero villenense y confiscados más tarde por el Estado para el cobro de réditos en concepto de impuestos.

Hasta aquí la tradición, pero lo cierto es varios personajes con apellido García de Medina tenían cargos importantes en la ciudad, tal como comentamos más arriba. 

Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que D. Sancho García de Medina le cabe la gloria imperecedera de haber levantado este templo a sus expensas, uno de los más bellos monumentos del gótico final hispano, en que se conservan en su interior varios escudos con los blasones de D. Sancho, una M gótica en primer cuartel tres bandas en el segundo.

D. Sancho, escribe unos estatutos en latín para regir este templo el día 4 de Julio de 1519 y gracias a D. Manuel de Assas que lo había transcrito en 1878, lo hemos podido recuperar, pues el original que se encontraba en los archivos parroquiales, fue destruido en la contienda civil del 1936.

En el preámbulo, el fundador se hace figurar como Sancho de Medina simplemente, sin el García que consta en algunos otros documentos, y se intitula Protonotario de la Sede Apostólica, Mestre-escuela cartaginense y Arcediano de Villena, y dice que, inflamado por algunas frases bíblicas, agrandó desde sus cimientos la iglesia de Santiago, que antes era pequeña y estrecha, y no por vanagloria, sino para que aumentase el culto divino, manifestar la piedad que tenía por su patria y excitar a otros fieles de Cristo a la ampliación de la obra, y que la empresa era grande porque no se preparaba habitación para un hombre, sino para Dios. 

 

Añade que trabajó después de Villena en beneficio perpetuo, gracia que el Pontífice, otorgó en Diciembre de 1.492.  El 26 de Enero de 1507, anexionó al arciprestazgo de Villena, la ermita denominada de Santa María de las Virtudes, de la que tomó posesión el 21 de  Febrero de 1508.

 En Julio de 1511, el papa Julio II, a petición de D. Sancho, ascendió el arciprestazgo de Santiago a la dignidad arcediano, añadiendo a los dos beneficios fundados en la iglesia, otros diez para otros tantos clérigos beneficiados perpetuos, con la anexión de ciertas prestaciones y capellanías.  Dos años más tarde, el 25 de Julio de 1513, tomó posesión como Arcediano y en cumplimiento de las letras Apostólicas le fueron consignados treinta ducados de oro, una casa en la villa de Albacete, un campo que antes fue viña y asignaciones por los oficios divinos a prestar en la iglesia de la Gineta.

Los diez beneficios fueron asignados a D. Pedro de Molina y a los clérigos Fernando Jofre, Diego Bellod, Juan Rodríguez, Pedro González, Andrés Alenda, Luis Mergelina, Santiago Pérez, Pedro Martínez de Olivencia y García de Ochoa.

 

1.- Estos apellidos están reflejados en dos escudos que hay a derecha é izquierda en la balaustrada del altar mayor.

2.- DESCRIPCION DE LA IGLESIA.  PARTE INTERIOR.

No podríamos mejorar la descripción que de este magnífico templo nos dejó hecha el citado anteriormente D. Manuel de Assas, que es como sigue:

PLANTA.   Es un paralelogramo rectángulo (1), que en uno de sus lados estrechos, en la cabecera del templo, tiene como inscrito un ábside ochavado. (2)

Se divide en tres naves y girola (3) por medio de arcos apuntados que arrancan de diez columnas aisladas y de otras dos empotradas en la pared que primitivamente fue la de los pies de la iglesia.  Desde este muro hasta la actual imafronte,(4) se han añadido otros dos compartimentos de estilo arquitectónico más moderno que el de los anteriores y con pilastras en vez de columnas.

Los muros, exteriormente lisos, se refuerzan con estribos por el interior, haciendo de capillas los espacios que quedan entre los estribos.

Dan entrada a la iglesia, tres puertas por la imafronte (4), una rasgada y cuadrangular en cada compartimento de los muros laterales de la nave mayor y varias, estrechas como aspilleras con arcos semicirculares, en la pared exterior del lado del evangelio; en el muro opuesto parece que no se hicieron ventanas al tiempo de construirle.   En la imafronte(4) antigua hubo una circular enfrente de la nave mayor y otra de aspillera con arco de medio punto al pie de cada nave colateral. (La puerta principal da a la Plaza de Santiago y las tres restantes dan entrada por la calle actual llamada Marqués de Villores.

 

Se cubre el templo con bóvedas nerviosas, siendo ojivales solamente las de la parte antigua.

En el ángulo del paralelogramo (1), que por la cabecera de la iglesia está al costado del Evangelio, se eleva cuadrada la torre de las campanas.  Por esta parte se adhiere al paralelogramo otro menor que contiene la sacristía, cubierta con bóveda también nerviosa, y, sobre ella, un salón con techumbre artesonada de madera en que se ven casetones hexágonos y florones colgantes, y al cual da luz un laboreado balcón abierto en la pared que corre en línea recta de la constituye el lado estrecho del rectángulo del ábside.   (en la actualidad la sacristía fue reconstruida en una de las últimas actuaciones fechada en los años 2004-2010, al ser destruida en parte durante la guerra civil de 1936).

REFERENCIAS

1.- Cuadrado.

2.- Polígono con ocho lados iguales.

3.- Nave ó pasillo semicircular en el ábside.

4.- Fachada principal que se levanta a los pies del templo.

La capilla mayor se encierra entre los tres arcos de la girola y los dos de la nave central contiguos a ellos. En los nervios de sus bóvedas se divisan estrías heliacas o espirales. Sepárala del cuerpo de la iglesia una “verja de hierro”, laboreada según el gusto plateresco y que se dice haber sido trabajada en Roma.  Consta de dos cuerpos casi iguales en su altura. El primero o inferior se reduce a cuatro pilastras por cada lado, con sus correspondientes pedestales, y un cornisamento, interrumpido con resalto y cortado en el centro por las hojas de las puertas enverjadas.  El segundo consiste en otro entablamento, también sobre pilastras, pero sin pedestales. Se representan en su intercolumnio de en medio, dos jóvenes, sentados en la parte baja y teniendo cada uno en sus manos una contra posta terminada en cabeza de animal.  Vuelan, por cima de ellos dos ángeles tenantes de un escudo que trae de azur con tres bandas de oro, que son las armas de D. Pedro de Medina.  Corre sobre el blasón una imposta y más arriba, una corona de laurel circunscribe un bajo-relieve que representa la Religión, figurando un medio cuerpo de mujer que empuña con la mano derecha el cáliz y con la izquierda la cruz.  A cada lado de la corona llenan cuatro balaustres al espacio restante entre la imposta y el cornisamento.  Los pedestales y los fustes de ambos cuerpos son vaciados y están llenos de adornos.  Remata la verja con un crucifijo en el centro, a sus lados dos medios cuerpos de hombre y de mujer, terminados inferiormente en postas de follaje: unos candelabros a plomo de las pilastras: otros sobre el centro  de los intercolumnios de ambos extremos, que son más estrechos que los otros.

El retablo del altar mayor es del gusto llamado churrigueresco.

 

En la girola, tras este altar se alza un arco sepulcral de piedra, decorado con dos pilastras vaciadas y entablamento y exornado de querubines y conchas y, en las juntas del arco, de medallas redondas, todo según el estilo del Renacimiento.

La nave central tiene sus ventanas sobre la imposta de las bóvedas.  Los vanos de aquellas, convertidos hasta más de la mitad de su altura en tribunas, dan paso a la luz solar únicamente por su parte alta, impidiéndolo en lo restante los faldones de los tejados inferiores que suben hasta aquel punto.

Las naves colaterales y la girola se hallan interrumpidas, casi a la mitad de su anchura, por los estribos que suben a cortar por junto el ápice de la bóveda los nervios principales, o sea, los que dividen los compartimentos de ésta.

En lo referente al coro, ya se comenta en la sección de la “Capilla Musical”.

Y en las capillas que resultan entre los estribos, se elevan varios altares, todos de escasa importancia artísticamente considerados, cuatro de la época del Renacimiento y más modernos los restantes.

En esta sección hay que reseñar que en tiempos de guerra civil, desapareció el retablo de la capilla, arriba citado y que se había comprado en 1728 para sustituir al primero adquirido en 1513 por Sancho de Medina por la suma de 34.375 maravedíes y que procedía de la catedral de Murcia.

3.- EXTERIOR.

La imafronte(4) actual no contiene más que las tres puertas y otras tantas ventanas ya citadas-.

Su portada del centro es un arco ojival entre dos agujas flanqueantes, cobijado por un quita lluvias.  Poco más arriba en el ápice de éste, resalta una repisa que debió recibir la imagen de la Virgen María, cuya regia corona, colocada en el lugar que ordinariamente ocupan los doseletes, sostienen dos grandes ángeles en figura de jóvenes alados y vestidos. Por cada cara interior de los machones que reciben la ojiva, se eleva una columna entregada, de las que llaman retorcidas con los fustes exornados de estrías, junquillos y filetes interpolados.  Sus capiteles hubieron de sostener estatuas, que como la de arriba, no llegaron a ponerse o desaparecieron desde hace largo tiempo.  Los doseletes que debían cubrirlas sirven de impostas a un grueso funículo igual en tamaño y molduras a los fustes que acabamos de mencionar, el cual sube desde allí hasta el vértice del arco formando parte de la archivolta. El quita lluvias arranca de dos querubines y se adorna con hojas y racimos de uvas y con una cabeza en su ápice.

Las dos portadas colaterales son de estilo del Renacimiento y sumamente sencillas, reduciéndose su decoración a chambranas y guardapolvos de escasas y pequeñas molduras.

Las tres ventanas son lisas y se abren, una encima de la puerta central y las otras, no sobre las puertas laterales, sino a los lados exteriores de las agujas flanqueantes.

 

La fachada del lado de la Epístola es completamente lisa y su portada se conoce que fue muy semejante a la central del imafronte(4), a pesar de hallarse desfigurada por grandes deterioros e inhábiles reparaciones.

Sobre las dos ventanas recayentes, una en la misma pared donde se encuentra el escudo de los Reyes Católicos más el escudo de D. Sancho García de Medina, antes mencionado y la otra ventana al lado de la capilla de la comunión, su autor no está muy claro, unos dicen que es de Jacobo, pero la mayoría de autores se las atribuyen a Jerónimo Quijano,  su alumno más aventajado, así como la portada de la Casa Abadía (actual Ayuntamiento), donde destaca la sobriedad de un orden clásico manierista (estilo artístico italiano), con la exuberancia decorativa justo encima del frontón triangular.

Estas dos ventanas tienen huecos circulares sobre vanos rectangulares flanqueados por columnas o pilastras florentinas que sostienen un frontón coronado por acroteras (bases para colocar estatuas u otros ornamentos en los vértices) con macetones y una venera central. El autor Pedro Sánchez ha relacionado estas ventanas con el retablo de la Santa Cruz de Granada, que lleva también frontones semicirculares avenerados con florones en el remate.

 

Según cuenta Faustino Alonso Gotor, Jacobo Florentino se encontraba en Enero de 1526, trabajando en nuestra ciudad, un mes que se caracterizó por su frío extremo, posiblemente por esta causa, el artista enfermó de una bronco pulmonía y el 27 del mismo mes de Enero falleció en Villena. 

 

Las tres puertas y la central del templo han sido restauradas en el año 2001.  Así como las ventanas renacentistas de las fachadas calle Ramón y Cajal y Párroco Azorín.

4.- ESCUDOS EXTERNOS. PANEL EXTERIOR

El ábside se exorna (adorna)  en su paño central con varios blasones encerrados en un cuadro o marco, (está hablando del cuadro de los escudos sitos en la actualidad en la calle Ramón y Cajal, que fueron destruidos en la guerra civil y reconstruidos recientemente)  encontrándose éste al medio del paño, aunque no completamente, sino algo más hacia el lado del evangelio; y además con las tres ventanas de arcos semicirculares y abocinados que están colocados en el centro de la cabecera de la iglesia.  De las tres, las del centro, que es la mayor, se decora con dos cavetos (moldura decorativa), uno muy grande y otro pequeño, reunidos en arista; las otras dos, semejantes entre sí, carecen de molduras, siendo planas completamente.

Los escudos que encierra el marco se distribuyen del modo siguiente: en la parte superior, el de los Reyes Católicos, Fernando é Isabel, soportado por un águila exployada de una cabeza, y nimbada (circulo luminoso), contra-acuartelado de Castilla y León con Aragón y Sicilia; y entado en punta (vértice en el centro del escudo y su base en la parte inferior) de Granada.  Al pié de él se lee “tanto monta”, y a sus lados se figuran el yugo y el haz de saetas, que son la empresa de los Reyes Católicos, con las leyendas IESUS XPS. (JESUCRISTO).

 Bajo el haz y “tanto monta”, que se repite debajo del yugo. Llenan la parte inferior del cuadro otros tres escudos, siendo el del centro el de la ciudad, cuartelado en sotuer (cruz raspada) y con escudete y trayendo en el primer cuartel un castillo con tres torres; un león rampante (con las manos levantadas) en el segundo; en el tercero un brazo alado empuñando una espada.  En el cuatro tres pinos y en el escudete dos peces contrapuestos, uno arriba y otro abajo. Sobre el escudete se puede leer: IESUS AUTEM TRANSIENS PER MEDIUM ILLORUM IB AT XPS VINCIT XPS RE. (Cuando Jesús vino a través de ellos, vencieron.)

 

 

Los otros dos escudos que están a los costados del anterior son las armas de D. Sancho García de Medina, que trae una M antigua, cortado el escudo con tres bandas.  Uno de estos dos blasones, el de la izquierda del espectador, se timbra un capelo de tres borlas a cada lado; el de la derecha en lugar de capelo, presenta el nombre de Jesucristo (IHS XPS), relevándose, en medio de estas dos palabras, una estrella de seis puntas.

5.- La coronación del templo. ( CUBIERTAS.)

Consiste en parte de los estribos que descuella sobre el tejado, en unas piramiditas con que rematan; en arbotantes (medio arco) que de ellos arrancan para contrarrestar el empuje de la bóveda más alta y en las gárgolas que por debajo de las piramiditas arrojan el agua que, del tejado de la nave mayor, viene a por ellas por encima de los arbotantes. (Elemento característico de la arquitectura gótica junto con el arco apuntado y la bóveda de crucería).

 

 

Esta parte del templo ha sido reparada en profundidad en la actuación más importante que hemos realizado en los años 1999-2000.

6.- LA TORRE.-

 

Es de planta cuadrada y se divide en dos zonas de muy diferente altura, separadas entre sí por medio de una cornisa.  Perforan la zona inferior tres ventanas, unas sobre otras, en la cara que se halla en línea con la cabecera del templo; en la  superior se elevan los arcos semicirculares que contienen las campanas, y son dos gemelos en cada lado de la torre y más arriba otra ventana circular sobre cada manchón central de los arcos gemelos. El tejaroz es de arcaturas sobre ménsulas, remedando matacanes. (Queremos decir: Pequeño tejado que aparece en fachada con un conjunto de arcos fingidos sobre elemento estructural en voladizo que refuerza la galería que forma un voladizo)  Corona el campanario una balaustrada de hierro que reemplazó a otra de piedra que se creía pesar demasiado y un chapitel octógono, cerrado y rematado en esfera de bronce, cruz de hierro y veleta que figura un monstruo alado.

7.- LAS CAMPANAS.

En un artículo publicado en 1969, titulado Vicisitudes del Templo de Santiago, en la revista Villena numero 19, de José María Soler, dice así: De las campanas del templo decíamos cuyas voces han acompañado durante siglos todos los acontecimientos tristes o gozosos de la ciudad, pocas noticias tenemos anteriores al siglo XVII.  Sabemos que la lengua de la “medianera”, fue reparada por Francisco de Valera en 1623, que en 1650 Pedro y Diego Ortíz, maestros campaneros, fundieron y renovaron dos de ellas por 1175 reales; que en 1622 se reparó la campanilla de los beneficiados llamada “segundilla” y que en 1686, se gastaron 458 reales por coste, portes y colocación de una campana nueva, añadiendo 48 libras y media de metal.

De las que hay actualmente, la segunda está fechada en 1750 y la tercera lleva la siguiente inscripción “Se hizo siendo cura propio de esta Parroquial de Santiago el Sr. Don Juan Fernández Vila y fabriquero Antonio Mellado y Lillo. Año de 1727.  Aclarar que fabriquero era el encargado de vivirla la custodia é inversión de los bienes del templo.

Hoy podemos añadir un dato que amplía casi en un siglo los que hasta entonces habían llegado a nuestro conocimiento.

El 24 de Mayo de 1529, casi al final del reinado de Felipe II, ante el escribano Pedro Martínez de Olivencia, se presentaron al maestreo Francisco Martínez Lorencio, que era clérigo, beneficiado y fabriquero de la iglesia de Santiago, y Juan de Toraya, vecino de Játiva y campanero de oficio, quienes concertaron la fabricación de una campana “tiple”, de diez arrobas de veinticinco libras cada una y veinte libras más, de buen son, clara y sana, a satisfacción del fabriquero. 

 

 

Su precio era hacer, además unos veintiocho maravedís por cada libra, y si excediere del peso, a dos reales y tres cuartillos la libra, siempre que no pasasen de doce.  Si faltaren algunas libras, las tendrían que pagar al precio de dos reales y tres cuartillos. (Menudo galimatías). Tendría que estar hecha y acabada antes del  día de San Juan y habría que hacer además un esquiloncillo de trece libras al mismo precio que la otra.  Fueron testigos de este trato, Juan Oliver, Martín Herrero y Bartolomé Domene, vecinos de Villena.  El citado Domene dice que conoce al campanero desde antes de ahora y han andado muchos días ha en este concierto. (Digo literal).

En cuanto al reloj, es de suponer Que ya lo hubiese en el siglo XVIII. Nos basamos para ello en el prestigio de que gozaron los relojeros villenenses en toda aquella centuria y principios de la siguiente. El de la villa albaceteña de Casas de Ves, por ejemplo, lo construyó en 1752 Alonso López, “maestro de hacer relojes en la ciudad de Villena”; el de la iglesia de San Martín, de Callosa de Segura, se hizo en 1781 por López Osorio “relojero de Villena”, y el reloj público de Lorca lleva en la máquina un rótulo que dice: “Pedro Navarro. En Villena. Año de 1825.” Presumimos que de alguno de aquellos talleres saldría el famoso “orejón”, que fue en sus tiempos la admiración de propios y extraños. No sabemos cuándo se extinguió aquella antigua tradición artesanal.  El reloj actual está fechado en 1888 y hasta 1951 no se remozaron sus esferas.

8.- CAPILLA MUSICAL DE SANTIAGO.

 

Se deduce que ya en 1513, existía en la iglesia un maestro de capilla encargado de dirigir el coro y tocar el órgano y que el nombre de este primer maestro hay que buscarlo entre los diez primeros beneficiados que ya han sido citados en otro apartado y que fueron nombrados por D. Sancho.

No hemos logrado aislar, de entre todos ellos el nombre del primer maestro, aunque sí debemos descartar el del entonces bachiller Pedro de Medina, sobrino de D. Sancho y continuador de las obras iniciadas por su tío.

En sus primeros tiempos, la capilla estaba compuesta exclusivamente por cantores, que actuaban acompañados del antiguo instrumento llamado “bajón” (Instrumento musical de viento madera creado en el Renacimiento. Consiste en un largo tubo de madera doblado y de sección cónica, en uno de cuyos extremos se inserta un tudel de cobre de forma curva, el cual se encaja en una caña, con lo que se hace sonar el instrumento.),  antecesor de los trombones actuales.  El órgano se utilizaba asimismo para acompañar, pero también para suplir el canto de algunas piezas litúrgicas y para llenar los intermedios en que no cantaban ni el coro ni los ministros que oficiaban en el altar.

Pronto se hizo patente la necesidad de un maestro de capilla, exclusivamente dedicado a la parte vocal y a preparar entre los niños a los futuros sustitutos de los cantores principales y de ahí la reforma de los estatutos de 1534.

 

 

El desdoblamiento dio sus frutos y la capilla fue adquiriendo una solidez y un prestigio que lograron rebasar los límites del ámbito local.  Una partida consignada en los libros de cuentas del Concejo de Biar del año 1572, dice textualmente “Dona per manament des Jurats als cantors que vingueren de Villena quant estaba así lo Inquisidor, XVIII lliures II sous.”

Es muy probable que, por aquel entonces, estuviera ya al frente de la capilla el maestro Ambrosio Cotes, que sería una de las grandes figuras de la polifonía del siglo XVI, lanzada al mundo musical desde la plataforma de la capilla villenense.  Tanto en esta capilla con de la insigne figura del maestro Cotes nos hemos preocupado por extenso en otro lugar.

Hay poca documentación acerca del coro, en el libro de la historia de Villena de José M. Soler, ya comentado en varios puntos, se dice que: En lo adicionado a los pies de la iglesia, que es más bajo que lo primitivo asienta el coro en la prolongación de la nave mayor, dejando un compartimento para el trascoro.  El coro es bajo y sencillo su sillería y verja.

Sigue comentando Soler en “Las vicisitudes de la Iglesia de Santiago”, que en los últimos años y sobre todo en la contienda civil, Santiago fue vapuleado por personas que no sabían lo que hacían, pues estaban destruyendo parte de nuestra historia, entre otras cosas, destruyeron el órgano que databa del año 1656, construido por Miguel Clit  y que costó la suma de 143.915 maravedís. Y que era una verdadera joya y una de las piezas más valiosas del templo.

Años más tarde, desapareció el coro con su trascoro que como antes se decía estaba al aire, a unos metros del suelo de la nave principal y se instaló en el lateral en la parte del evangelio, adquiriéndose un órgano nuevo, el cual se instaló  en el año…1965…de la firma Blancafort Órganos de Montserrat, S.L.

9.- LA CAPILLA DE LA COMUNION.

 

Una de las más importantes realizaciones llevadas a cabo desde la edificación del templo fue la capilla de la comunión que en la memoria de Assas no se había relatado.  Repetimos aquí lo escrito en un artículo de la revista de fiestas de 1969.

Vacante la sede episcopal en 1786, el gobernador del Obispado, D. Juan José Maestre, se ordenó pagar 300 reales a José López, maestro de arquitectura de Murcia, por unos planos para la construcción de dicha capilla.  El proyecto no debió ser aceptado, ya que al año siguiente presentó nuevos planos Felipe Morilla, arquitecto del Obispado, por lo que recibió 725 reales, más del doble que el anterior y siguió el mismo resultado negativo  que el anterior.

El proyecto definitivo se debe al arquitecto José de Toraya, académico de la Real de San Fernando, a quien se le abonaron 2.000 reales por sus derechos, según tasación de la propia academia y de orden del entonces gobernador del Obispado D. Pablo Antonio Martínez.  O sea que se pagaron por trabajos de arquitectura, la cantidad de 3.025 reales.

La excavación de los cimientos comenzó en 1786, y las obras se llevaron a un ritmo que no dejaría de sorprender a los maestros de obras (alarifes) actuales.  Baste decir que en 1835, fueron interrumpidas, reanudándose en 1879, gracias a la iniciativa y al tesón de D. José María Villa, párroco de Santiago, quien en tres años logró reunir para la obra 106.123 reales.

 

 

Solamente los sillares costaron 22.000 reales, sin contar el transporte, realizado gratuitamente por agricultores del Alhorín y del campo, quienes acarrearon, también de limosna 34.000 de los 134.000 ladrillos que se emplearon en la obra.

El día 19 de Noviembre de 1881, a las diez de la mañana, un gran repique de campanas anunció a los villenenses que se había terminado la capilla de la comunión.  Un periódico local del momento se hizo eco del acontecimiento y por el sabemos que las obras de albañilería se habían realizado en nueve meses por albañiles locales bajo la dirección de D. José Guardiola contando con la colaboración de D. Martín Requena, sin que hubiera que lamentar desgracia alguna.  Lo que no sabemos es si las hubo después, porque la cúpula se vino abajo seis años más tarde, concretamente el día 2 de Diciembre de 1887.

10.- LA PILA BAUTISMAL.

 

La pila bautismal de la iglesia Arcedianal de Santiago  de Villena es uno de los pocos ejemplares inscritos en la tradición de los modelos italianos renacentistas, entre finales del Quatrocento y principios del Cinquecento, existentes en España.

Sobra una base cuadrada con figuras de arpías en los ángulos se yerguen un corto pie bulboso, tipo balaustre, y sobre él la pila propiamente dicha, que se aparta de la forma circular dominante para optar por otra de cuatro lóbulos unidos por tramos rectos en esquina y que viene a conformar una figura octogonal, subrayada por las ocho sirenas labradas en sus respectivos frentes, para remarcar así el valor significativo del número ocho tan ligado a espacios bautismales como símbolo de Vida (Creación del mundo; Pasión de Cristo), o mejor, del nacimiento de una nueva vida.  Esta variante formal se observa en la pila bautismal de la Catedral de Murcia, coetánea y por lo mismo vinculada también a Jacobo Florentino.

A continuación vamos a hablar sobre la vida del escultor cuyo nombre completo era Jacobo Lázaro Torni, nacido en Florencia el año 1476 y fallecido en Villena en 1526.

Desde finales del siglo XV y sobre todo en el siglo XVI la nueva manera artística que se impuso en toda Europa fue el Renacimiento.  La difusión de esta nueva estética siguió una triple dirección, la llegada de artistas a

 

 

Tierras italianas para aprender in situ lo que se estaba gestando, por lo que reclamados estos artistas italianos por las clases privilegiadas que querían estar a la última en tendencias artísticas, así fue como llegó a España el artista, el cual recibió como apodo su procedencia natal, Florentino.

Granada, recientemente tomada en aquel tiempo del dominio islámico, fue la primera ciudad donde Jacobo comenzó a trabajar, precisamente en compañía de su hermano Francisco.  Los dos hermanos arribaron después a Murcia donde al poco tiempo fallecería su hermano, por lo que Jacobo se quedó con el encargo de la realización del primer tramo de la torre de la catedral murciana, así como las puertas de la sacristía.  Fue precisamente en Murcia donde se afincó junto a su esposa, aunque los continuos trabajos le impidieron residir personalmente allí por mucho tiempo.

En la diócesis de Cartagena también deseaba actuar como mecenas artístico y la presencia en la diócesis de gente proveniente de Villena y con cargos relevantes, como el arcediano D. Martín Selva y sobre todo su tesorero D. Pedro de Medina, que fue quién retomó las obras de la iglesia de Santiago, una vez que su tío D. Sancho García de Medina las iniciase bajo su amparo financiero, determinaron la llegada del artista a Villena.

Aquí dejó testimonio artístico de su valía con la pila bautismal, destacable por la vinculación que expuso entre formas monstruosas clásicas, a modo de sirenas, donde se combinan estas formas con cabezas y pechos de mujer, que simbolizaban el mal (la imagen que existía sobre la mujer en el siglo XVI, no era precisamente entusiasta), que el sacramento del bautismo lavaba y purificaba.

También de su mano es la portada de acceso a la sacristía que comentaremos en otro apartado.  

11.- LOS AUTORES DEL TEMPLO.

 

No es mucho lo que conocemos con seguridad acerca de la construcción del templo y de sus autores.  Se sabe que un famoso escultor italiano, discípulo de Miguel Ángel Buonarroti, llamado Jacobo Florentino, conocido por “L´indaco vecchio” (el viejo añil), abandonó Italia en 1513, que en año 1520 estaba en Granada trabajando en la capilla Real y que en 1521 marchó a Murcia y que construyó la famosa pila bautismal (ya comentado en su apartado)

Con bastante fundamento se le atribuyen también los sepulcros de los Medina en el altar que hay en la izquierda de la sacristía, cuya urna de base gallonada se sustenta por dos ciernas aladas que guardan gran semejanza con las cabezas femeninas, a modo de capiteles, de la portada de la sacristía de la Catedral de Murcia, obra indudable de Jacobo.

Es casi seguro que también fuera quien realizara las obras de la sacristía que, al igual que en la Catedral murciana ya citada, se comunica con la girola a través de un paso oblicuo con bóveda en esviaje.  Según cuenta Benito y Berchez, para la portada de esta sacristía, Florentino se basó en, los grabados de Vitruvio (obra de Leonardo de Vinci), como documentan los triglifos del friso dórico que, caprichosamente se superponen a las pilastras con capitel de volutas jónicas y vaso corintio. Estos triglifos, en lugar de los tres canales tradicionales, llevan tres balaustres en doble panza, original motivo que Florentino, amante de la novedad y llevado por su carácter innovador, trasladó a la portada de la sacristía de Villena.  Un motivo similar se encuentra en la portada de la antesacristía de la catedral de Murcia, cuyas trazas se atribuyen a Florentino, aunque se piense en su discípulo Jerónimo Quijano, ya citado anteriormente, cuando hemos comentado la obra de las dos ventanas renacentistas, que era su sucesor en las obras de la diócesis de Cartagena.

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